Bajo tortura cualquier ser humano, nacido de una madre humana y con aspecto de humano es capaz de decir que es el hijo bastardo de un simio.
Cuento adaptado:
Un agente de la CIA, otro del Mossad y uno de la SIDE argentina se encuentran en una convención sobre la lucha contra el terrorismos. Debaten sobre el mejor servicio de espionaje del mundo y deciden ponerse a prueba: gana el primero que consiga traer un elefante. El de la SIDE hace una llamada al celular y cinco minutos después aparece un gendarme con un elefante, al tiempo que el del Mossad aparece disfrazado de árabe sobre un elefante. Los dos se sientan a esperar al agente de la CIA. Pasan las horas y no aparece, así que se ponen a buscarlo. No puede haber ido muy lejos. De hecho, está en una calle cercana. Lo ven torturando a un conejo mientras el animal grita desesperadamente: soy un elefante, soy un elefante!!
Sólo un criminal puede justificar la tortura, aún como mecanismo de información contra "delincuentes". La tortura como la pena de muerte debe ser rechazada por todos los países que hablen en nombre de los derechos humanos. Ya sabemos que Estados Unidos desde su nacimiento a la fecha no ha comulgado nunca con tales derechos, pero que países como los que conforman la Unión Europea, que tanto alzan la voz para gritar a los cuatro vientos que en Europa si se respetan los derechos fundamentales, no se pronuncien contra las ideas de su principal aliado, las convierte en cómplices de tal aberración humana. Ya sabemos que los fieles aliados europeos no sólo no contradicen al emperador sino que siguen sus principios. En voz baja, para que nadie sospeche que en esta paranoica lucha contra el terrorismo, se avalan mecanismos de tortura, propios de la Europa medieval, aquella que se regía bajo las reglas de los tribunales de la Inquisición.
El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, vetó finalmente el sábado último una ley aprobada por el Congreso y que prohibe a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) continuar utilizando técnicas de tortura en sus interrogatorios a prisioneros, entre ellas la del "waterboarding" o ahogamiento simulado.
Según recoge Telesur.Tv "en su tradicional mensaje de radio sabatino, Bush informó que no rubricó la legislación y argumentó que la ley dificultaría el trabajo de la CIA, contra quienes llamó "terroristas endurecidos". El proyecto de ley eliminaba uno de los instrumentos más terroríficos en la llamada guerra contra terrorismo, todos considerados como tortura por todas las convenciones internacionales de derechos humanos.
Pero lo que aquí llama la atención es que la Comunidad internacional, esa que suele levantar su voz a menudo para denunciar las prácticas que puedan atentar contra los derechos fundamentales en países asiáticos, africanos o latinoamericanos, no se pronuncien de manera clara y contundente contra la (im) postura de un país que en procura de sostener su propio sistema invade países, viola sistemáticamente los derechos humanos y apoya regímenes dictatoriales o mantiene fuertes vínculos con países que se sostienen por medio del terrorismo de estado. Es que después de descubrir los famosos vuelos secretos de la CIA en territorio europeo queda más que claro que Europa en su conjunto no desea contradecir a G. W. Bush y se convierte en cómplice de una civilización que ha perdido una vez más el rumbo y se ha vuelto a olvidar de la carta de Naciones Unidas sancionada el 10 de diciembre de 1948. Es que a 60 años de la declaración de los derechos humanos como valor universal, estos derechos siguen siendo letra muerta en las prácticas criminales de los países que dicen respetarlos. Con Estados Unidos a la cabeza.
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