Experiencias del pasado que sirven para el presente



Escrito por el Chino Moya* en Alternativa Socialista

El 14 de noviembre de 2007 se proyectó el documental El Tucumanazoen el Centro Cultural Virla, de la Universidad Nacional de Tucumán. Organizó este evento el CERPACU (Centro de Rescate y Revalorización del Patrimonio Cultural). El anfiteatro fue colmado por unas 400 personas, en un heterogéneo grupo donde confluyeron integrantes de distintos partidos políticos, con ellos también los de izquierda, de aquella época y también de la actualidad, defensores de Derechos Humanos y sobre todo un numeroso público juvenil y universitario.

Fui invitado a este encuentro por los realizadores Diego Heluani y Rubén Kotler por mi participación en el film y por ser uno de los protagonistas de este acontecimiento extraordinario que fue el Tucumanazo. Con el apoyo del MST viajé especialmente para estar presente en esta nueva proyección. Coordinó la presentación Josefina Racedo del CERPACU.
Al llegar a Tucumán, el 13, Lita Alberstein, dirigente del MST allí, tenía preparada una extensa agenda de visitas a radios y medios gráficos o televisivos. Pudimos coordinar con la mejor de las actitudes junto a Diego Heluani y Rubén Kotler la mayoría de estas entrevistas. El Canal 8 nos entrevistó a Lita y a mí, y Diego les acercó extractos del documental. En este paso por los medios no dejó de sorprenderme, el afecto y simpatía de los periodistas y trabajadores de prensa o militantes políticos de esa época.

El Tucumanazo fue constitutivo de la identidad de todos los que participaron en él

A pesar de la represión más feroz de la Triple A, el Operativo Independencia y la última dictadura que asesinó o hizo desaparecer a parte de esta vanguardia juvenil, y los esfuerzos del régimen por borrar de la memoria colectiva estas luchas, de intentar una muerte simbólica de esta gesta heroica, los acontecimientos quedaron grabados en las cabezas y los corazones de miles y miles. Fueron parte del relato oral de generación en generación. Diego y Rubén fueron los grandes artífices, con su película, de convocar a tantos compañeros y compañeras de esos años en el recuerdo compartido. Fueron facilitadores de algo imprescindible en estos tiempos de individualismo, fragmentación y presente perpetuo: la unión fraternal y respetuosa por el otro, la confraternidad y el deseo de compartir experiencias pasadas para que nos sirvan en este presente.

37 años después

Ver otra vez El Tucumanazo me presentificó toda esta energía creadora de la juventud universitaria de esos días. Me hizo recordar la labor valerosa de los vecinos de San Miguel de Tucumán y su casco céntrico, la mayoría obreros, empleados o gente de clase media que nos socorría ante los embates de la represión policial, nos daba materiales de desecho para las barricadas. Nos protegía, nos quería y nos apoyaba. Me lleva otra vez como en una cámara del tiempo a ese torbellino juvenil de caras transpiradas y agitadas por el esfuerzo de jóvenes hombres y mujeres, llenos de fuerza y alegría por lo que se hacía y tal vez no plenamente concientes de que estábamos cambiando a Tucumán, que éramos parte de los cambios antidictatoriales en la Argentina, parte del torrente de luchas que recorría el mundo de esos años. Del proceso que abrió el Mayo Francés, y del gran movimiento juvenil contra la guerra en Vietnam en EE.UU, Europa y América Latina.
Vuelven los días donde se desarrolla el Tucumanazo: un paro general nacional de la CGT por 36 hs, una huelga policial de la provincia que los lleva a autoacuartelarse, el propio autoacuartelamiento del Ejército... Veo otra vez esas 80 o 90 manzanas en la oscuridad, se rompían los focos de las esquinas, las barricadas hechas con lo que había a mano, algunas en llamas iluminando en forma siempre cambiante esa noche y esos rostros. Me veo a mí mismo caminando junto a Yeyé Martinelli, Martheau, el Macho Luna, el Trosco Salvatierra, los compañeros de nuestro pequeño partido, el Mocho, Daniel, tantos otros, avanzando hacia la casa de Gobierno. Me encuentro frente al gobernador Imbaud, y Salvatierra (posteriormente desaparecido), al lado, con la lista de los presos a liberar y que son liberados. Nadie inventó las barricadas. Ninguna mente particular planificó estos acontecimientos. Por tres días fuimos dueños de las calles de San Miguel de Tucumán. Y, dato curioso, en ese 13 de noviembre del 70, en ese punto máximo de rebelión junto al paro de la CGT por 36 horas, sin fuerzas po-liciales en las calles no hubo ni muertos ni heridos. Dos años después, el 24 de junio de 1972, en el Quin-tazo, la represión policial se cobra la vida del estudiante salteño Víctor Villal-ba, de 20 años.

Con perfume a democracia directa

¿Quién podía imaginar que estos sucesos vendrían después del cierre de 16 ingenios azucareros y de la emigración forzosa de más de 200 mil tucumanos? Primero en el 69, luego en el 70, en el 72. La juventud universitaria, toma sobre sus espaldas las demandas del conjunto de la sociedad, en especial las demandas democráticas. La consigna unificadora ya desde Onganía que se continuó con Levingston era Abajo la Dictadura Militar. Esta demandas se combinan con otras específicas de la Universidad. La más importante y detonante del conflicto fue el cierre del comedor en la calle Muñecas y de la residencia universitaria. Este comedor era utilizado por 350 estudiantes. Finalmente, después de innumerables marchas, ollas populares y asambleas y enfrentamientos con la policía se consigue un comedor de 3.500 plazas... Los presos del tucumanazo trasladados a Buenos Aires, y yo con ellos, son liberados por la lucha que no cesa.
El Tucumanazo se apoya en la tradición y militancia de los centros estudiantiles preexistentes, pero en el devenir de los acontecimientos estas estructuras, que se mantienen, son superadas por un todo nuevo. Un movimiento de democracia directa, que, con diferencias, veríamos luego en diciembre del 2001 en Buenos Aires. El eje determinante de las decisiones pasa a ser un movimiento asambleario permanente. Donde costaba mucho distinguir dirigentes de dirigidos. También aquí van a emerger dirigentes estudiantiles no sectarios, ni autoritarios. Dirigentes que más allá de sus convicciones respetan las decisiones de todos y hacen lo que el conjunto quiere.

Un homenaje a los luchadores anónimos

Este documental revive estos acontecimientos y deja abierto un debate necesario de esos años. De lo grande que hicimos y también de los errores. Como sea, la proyección de esta película en el Virla significa por un lado, el reconocimiento de todos los que participaron en este gran acontecimiento. De los que están y de los que no están. El reconocimiento de la Universidad Nacional de Tucumán al permitir utilizar este centro cultural, el reconocimiento de todos los que fueron a verla en la búsqueda de esa memoria distorsionada o perdida. Y significa también el rescate de algo sin lo cual el tucumanazo no hubiese sido posible la extraordinaria unidad de todos los sectores políticos, democráticos, antiimperialistas, socialistas de la Provincia en esta lucha, a pesar de los cotidianos y fuertes debates políticos, con propuesta que parecían irreconciliables. Sin embargo las diferencias, que las había, no impedían esta unidad de acción. Quiero decir que ayudados por esta unidad estuvo siempre ese gigantesco y cambiante colectivo anónimo sin el cual hubiese sido imposible hacer nada de lo que se hizo. Colectivo anónimo en esa extensa vanguardia juvenil, colectivo anónimo de esos vecinos, trabajadores y pueblo en general llenos de coraje que nos apoyaron. Este documental es un homenaje a todos ellos.

El reencuentro con los compañeros de entonces

Este viaje mío tuvo además otras satisfacciones. Charlar y discutir de política con las nuevas generaciones del MST y también el reencuentro con algunos de los compañeros y compañeras del viejo PST, y, algunos del PRT la Verdad. En encuentros tomando un café o en un asado que se hizo en una casa sobre la Mate de Luna fue muy emocionante reencontrarme con Laura Figueroa, abogada de Derechos Humanos, con Magui, con Isabel, con el Mocho, Daniel, Antonio, Dolfi, Miguel Sosa, Jorge, Ana María y otra cantidad de compañeros, viejos amigos testigos y participantes de el Tucumanazo, o entusiasmados por la política después de él. Después de la presentación nos encontramos en un restaurante cercano y allí estuvieron además Lita Alberstein y un grupo de compañeros del MST y los realizadores Digo Heluani y Rubén Kotler, la madre de Diego, Elsa, y otros amigos. En todos había una gran alegría por encontrarnos, por la película y por los recuerdos de tan importante lucha.
A algunos hacía como treinta años que no los veía. Espero sinceramente que este reencuentro sirva para otros venideros.


*El Chino Moya ha sido un dirigente histórico en las luchas que se describen en el documental El Tucumanazo. Ha estado presente en dos de las proyecciones del documental, una en Buenos Aires donde ha compartido la mesa de debate con otros ex compañeros de lucha y en Tucumán, donde formó parte de la mesa panel en la proyección del documental a 37 años del Tucumanazo. Narra entonces sus experiencias tanto pasadas como presentes.

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