Ángela Nassif, la partida de una militante imprescindible


Hay hombres (y mujeres) que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles. – (Bertolt Brecht)


por Rubén Kotler publicado originalmente en De Igual A Igual

Ángela Nassif, dirigente histórica de la izquierda tucumana y argentina nos ha dejado hoy, 25 de diciembre de 2007, después de su última gran lucha, peleándole con actitud militante a una enfermedad que la encontró hace poco tiempo. Y decir que Ángela le ha hecho frente a su enfermedad con espíritu militante es decir que ha luchado, permaneciendo en la primera línea como dirigente durante toda su vida, siendo una de las luchadoras imprescindibles de nuestro país, más allá de los acuerdos o desacuerdos que uno hubiera podido tener con ella o con el partido que representó, el Partido Comunista Revolucionario (PCR).
En los últimos años tuve la suerte de conocerla en profundidad gracias a unas entrevistas que le hicimos junto a Diego Heluani con motivo de la realización del documental recientemente estrenado El Tucumanazo. Ángela fue una de las exponentes de aquella generación setentista que le hizo frente en Tucumán a la dictadura de Onganía, resistiendo la intervención por parte del dictador en la Universidad y solidarizándose con los trabajadores de los ingenios azucareros cerrados por esos años en la provincia. Fue coherente con sus ideas y convincente en su accionar. La marca registrada del PCR llevaba tanto en su nombre, como en el de Norma, su hermana, fallecida tres años atrás, la inconfundible certeza de una generación que dio su vida por transformar el mundo. Y dio el ejemplo. Era posible ver a Ángela en cada acto o manifestación del PCR, era posible verla en la primera línea, no solo apoyando a las bases sino también con el micrófono en la mano arengando las injusticias del sistema. Cuando nos enteramos de la enfermedad hace unos meses pensamos que el legado que nos dejaba era importante. Nos había pedido organizar con tiempo la proyección del documental que la tenía como una de las protagonistas destacada. Al fin y al cabo más allá de su militancia era la única mujer entrevistada que aparecía dando testimonio de lo vivido en los años de los Tucumanazos. No pudo asistir al estreno del documental el 13 de setiembre de 2007. Para aquella fecha se encontraba ya en Buenos Aires peleando con el tratamiento contra la enfermedad. Pero su empecinamiento hizo que organizáramos una proyección en Buenos Aires el 4 de octubre y la tuvo entre los asistentes, y fue una de las promotoras para que allí mismo se reviviera el debate sobre el documental, compartiendo el micrófono junto a otros entrevistados, todos militantes setentitas de aquellos Tucumanazos. Tanto Ángela como el Chino Moya, Carlos Zamorano y Juan Ferrante, habían salido de la pantalla para interactuar con los asistentes a la proyección y volvieron, todos ellos, a dar testimonio, esta vez comentando con cierta emoción las sensaciones del documental.

Visiblemente emocionada Ángela dejó su mensaje y testimonio sobre los años ’70, pero siempre con la esperanza de la lucha que la tuvo presente, mostrando que solo la unidad de los sectores populares posibilitaría conseguir cambios. Ese fue el mensaje que dejó en el documental, de la capacidad de unidad de la izquierda para enfrentar al régimen, dejando de lado las diferencias.

Y ese mensaje volvió a repetirme el seis de diciembre último, cuando tuve la oportunidad de volver a entrevistarla, esta vez para que me relatara sus experiencias como integrante de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de Tucumán, organismo que la tuvo como una de sus miembros fundantes en la provincia. Y es que la militancia de Ángela no se limitó al partido. Colaboró en cuanto pudo con los organismos de Derechos Humanos y fue una de las columnas centrales de la lucha posdictadura, en la reconstrucción de la verdad. Ella junto a integrantes de otros organismos viajaba al interior de la provincia buscando el relato de los represaliados y su tarea fue fundamental en los años de la transición para conseguir el testimonio de todos aquellos que tenían familiares desaparecidos. De las experiencias por ella narrada, puedo decir que hoy, al momento de su partida, tengo la suerte de tener grabadas y contar con su testimonio para mi próxima investigación. En ella se conjugan las experiencias de la militancia setentista sin claudicación, habiendo dejado detrás de si el espíritu de los que nunca bajan los brazos. Esto se traduce en el sentimiento que hacia ella tienen todos los militantes en la provincia. Todos hablan bien de ella. Todos la respetan y admiran, aún en las grandes diferencias. Por sobre todas las cosas porque Ángela ha sido una persona honesta, generosa y esto es valorado en el progresismo argentino. Se ha ido un 25 de diciembre. El día de navidad. Un día cargado de simbología. El día en el que la enfermedad la abatió. Pero también el día en el que quedará como uno de los íconos de esa lucha de toda la vida. Esa, que Bertolt Brecht ensalzaba y requería para hacernos dar cuenta en su poema sobre los imprescindibles. Ángela lo fue. Y su ejemplo lo será. Hasta siempre Angelita.

1 comentario:

maria marta dijo...

Te agradecere incluyas este pequeño homenaje en tu sitio. Muchas gracias






Para Angelita


Es difícil despedir desde adentro a una amiga de la infancia. Nos conocimos cuando teníamos 13 años; yo los cumplí antes que ella; fue en primer año de la escuela Normal de Tucumán.

Íbamos a ser maestras. Desde entonces fuimos amigas. Formamos parte del centro de estudiantes de la escuela. Compartí alegrías y tristezas. Pasaba largas horas en su casa de calle Córdoba en donde su mama, Chicha, nos preparaba riquísimos platos árabes.

Ricardo, su hermano era casi un bebe. Normita también era bastante menor y Rosita la hermana mayor. Su padre, Ricardo era un ser muy especial. En realidad todos eran especiales.

Compartimos veranos e inviernos. Pasamos momentos muy felices en la bodega de los Saleme en Tinogasta. Eran tiempos felices aunque no por ello descomprometidos.

Las cosas eran difíciles, muy difíciles en el Tucumán de los 60. La lucha de los libres y laicos aun sonaba en la calle Muñecas; los maestros, eso que también seriamos nosotros luchaban por un poco de equidad y nosotros futuros maestros acompañábamos esa lucha.

La universidad nos siguió juntando en la misma carrera y entonces ocurrió el golpe de Onganìa y allí se forjo Angelita. Allí comenzó a templarse en las reuniones del Centro de Estudiantes; en las calles…

Éramos muy jóvenes pero con una juventud que explotaba de ideales y de deseos de lograr un mundo mejor. Tucumán era un gran campo de desocupados (11 ingenios cerrados) y nosotros éramos concientes de que estábamos en un lugar de privilegio y que por eso debíamos luchar. Debíamos conseguir la igualdad.

Los actos relámpagos, las barricadas, las tomas del comedor, de la quinta; el entierro de Clarisa. La llegada de Ernesto a su vida….

Me alegra saber que el Chino, Hector y otros estuvieron cuando se estreno el Tucumanazo.

La Negrita, Coqui, el Pajaro, Diana , la Checha, la Negra, la Tere, Cristina, Miguel, Efraín, Lucho, Pancho con sus limitaciones, Jose, Tuqui, tantos y tantos otros que seguramente hubieran querido asistir a la premier.

Yo no pude porque al igual que ella estoy luchando contra este mal que sabrá Dios que mas quiere.

La vida nos separò de hecho, pero en mi alma siempre estuvo el recuerdo de ese cuerpo bastante pequeño para albergar tanta potencia de voz y de lucha.

La vida nos separò porque así es la cosa. Pero no nos separaron los ideales aquellos con los que nacimos. No nos separò la “tozudez” (para algunos) de no “tranzar”, no nos separò la claudicación por el confort, tampoco los miedos. Nos separò la vida y ahora se nos adelantò la muerte.

Estuve en su sepelio y ahí estaba la siembra y la cosecha. Y asi como buena tucumana
terminò su zafra en un tórrido verano tucumano, cuando los que creemos además en otras cosas celebramos la Natividad. Y es asi, la humildad, la rectitud, la constancia y el desprendimiento pueden compartir fechas.

Asi es amiga, UD tuvo que marcharse porque la cosa ya era demasiado difícil, pero no porque UD no le “pusiera el pecho” sino porque la lucha, en tantos frentes, desgasta y a veces nos gana el cansancio. Pero por suerte yo creo en la inmortalidad y se que los que dejò harán que mi sentimiento se cumpla aunque las interpretaciones sean diferentes.

Hasta pronto
mmdhiriart@gmail.com
Maria Marta d`Hiriart
Bioquímica
dirbull@tucbbs.com.ar