¿Dónde estaba yo cuando ocurrió el crimen?

A cinco años del inicio de otra guerra en Irak

por RK en De Igual A Igual

Cuando se cumplen aniversarios de sucesos que conmueven a la opinión pública, ésta o buena parte de ésta, comienza a pensar en qué estaba haciendo en el exacto momento en que el hecho ocurrió. Por poner un ejemplo, cada 11 de Setiembre, cuando los medios masivos de comunicación nos machacan una y otra vez con imágenes de los aviones chocando contra el Trade World Center inmediatamente los sensibles ciudadanos del occidente civilizado y cristiano se retrotraen al momento en que se han enterado de la noticia y recuerdan qué estaban haciendo en aquel momento. Sin embargo poco nos preguntamos sobre qué hemos hecho para evitar que la tragedia suceda. Y cuando se cumplen cinco años de la invasión a Irak por parte de las potencias aliadas encabezadas por Washington y seguidas por sus títeres Madrid y Londres, es cuando debemos preguntarnos concienzudamente qué hemos hecho para evitar la invasión, para evitar el desastre de la guerra, para prevenir este segundo Vietnam.

Con marchar no basta. Al menos desde la invasión estadounidense a Vietman quedó claro que protestar en la vía pública con un cartel con la consigna de Paz y Amor no es suficiente. No ha sido suficiente entonces, no ha sido suficiente con la invasión hace cinco años a Irak y no lo es con la barbarie que se comete en Palestina. Y no lo es, porque a las potencias poco les importa que los ciudadanos se movilicen expresando la repulsa a tanta miseria humana. Y no les importa porque detrás de cada guerra está la poderosa industria armamentística que necesita vomitar las decenas de miles de toneladas de hierro preparadas para asesinar, para poder volver a producir para la próxima guerra que nos garantice el consumo necesario para seguir produciendo. La vorágine de los tiempos que corren, que hacen que más a menudo se necesiten las guerras para descargar tanta tecnología bélica que de no usarse quedará vetusta guardada en los depósitos de los constructores de la muerte. ¿Y la humanidad? ¿Dónde estamos cuando tanto horror se produce? Ya no lo interrogarán las generaciones futuras, porque estas generaciones actuales nos preguntan qué hacemos los ciudadanos de a pié para evitar tanto crimen, tanto genocidio y tanta destrucción sin sentido. Y la respuesta de siempre: poco y nada. Qué hicimos cuando nos enteramos que cinco años después un imitador casi payasesco de Hitler no sólo no se arrepintió de la invasión a las tierras donde nació la civilización, sino que con todo desparpajo el pequeño fascista de bigotes hitlerianos nos quiere convencer que hoy Irak, con las decenas de muertes por día, el país del caos y la destrucción, está mejor que hace cinco años. Vaya libertad la suya pequeño fascista. La suya y de la sus amigos, esos que han salido junto a usted en la foto en las Azores. ¿Y qué hacemos nosotros, ciudadanos del mundo, cuando escuchamos estas vomitivas declaraciones? Haremos miles de manifestaciones en todo el mundo, como las que se llevaron a cabo en España durante el último fin de semana. Pero por triste esto ya no alcanza. Nunca alcanzó. Pero ahora alcanza menos que antes. Porque antes, al menos, un osado ciudadano de a pié podía parar un tanque colocándose con toda su humanidad enfrente, pero ahora ya sabemos que esos tanques aplastan sin más a quien se interponga en su camino, y mucho más si el símbolo detrás del manifestante es una paloma de la paz. En estos comienzos del siglo XXI es hora que los ciudadanos comencemos a organizarnos de manera más efectiva, comencemos a fortalecer las redes de intercambio de información y concretemos acciones más efectivas contra estas guerras imperiales, de lo contrario, la tragedia del Siglo XX, con sus guerras, con sus bombas nucleares, con su destrucción masiva, con su máquina de la muerte, con la fábrica de asesinar personas, será un juego de niños para lo que nos espera en un sombrío panorama mundial. Es hora de guardar los carteles, de dejar las calles y organizarse en otro tipo de acción. Más violenta seguramente. Pero habrá que buscar los mecanismos válidos y necesarios para hacer frente al monstruo guerrero, sediento cada vez de más sangre, de más muerte y más destrucción. Para que las generaciones futuras (y presentes) no tenga que cuestionarnos una vez más acerca del lugar desde el cual hemos visto pasar a la tragedia por nuestro costado. La humanidad lo requiere. Y de manera urgente.

1 comentario:

Jove Kovic dijo...

Ciertamente los cinco años transcurridos desde la invasión, sólo han servido para causar decenas de miles de víctimas, colocar Irak en manos de los extremistas de Al Qaeda y, eso sí, permitir a las corporaciones anglosajonas controlar el petróleo, que al fin y al cabo era de lo que se trataba.
Al final de todo, si tenemos suerte y hay final, nos quedará un país destruido y un ex-presidente de Estados Unidos viviendo tranquilamente, del dinero robado, en su rancho.
Además de un nefasto ex-premier británico, haciéndose pasar por hombre de paz en Oriente Medio, con cargo a la Unión Europea - ¿ cómo pretenden que tengamos una política exterior común, con decisiones de este tipo?-.
De Aznar prefiero no hablar porque aún tengo la esperanza de verlo en el banquillo, por ser el más tonto de los tres.