El 24 de marzo y las efemérides en Argentina


por RK en De Igual A Igual

Un nuevo 24 de marzo nos recibe en este 2008 donde los derechos humanos en Argentina siguen estando lejos del alcance del ciudadano de a pié. Sin embargo algunos avances en materia judicial en la revisión del pasado se han hecho, avances que no son firmes ni decididos, pero que dejan al abrigo ciertas expectativas en el imaginario de los militantes de los organismos de derechos humanos.

A 32 años de la noche larga de la represión los organismos de derechos humanos repetirán el ritual de siempre: las marchas, los pañuelos blancos y los discursos implorando por la verdad, por la justicia y por el castigo a los responsables. Sin embargo la justicia, esa lenta señora de ojos vendados, no llegará decidida este 2008 como muchos esperan que suceda. El aparato represivo en Argentina no ha sido desmontado y la prueba más evidente de esto es la desaparición hace un año y medio de Julio Lopez, testigo clave en el juicio contra el represor Miguel Etchecolatz. Pero los organismos volverán a pedir por su aparición y por la aparición con vida de los 30.000. Contradictoria actitud del movimiento de derechos humanos argentino, que mientras manifiestan el 24, admiran la gestión de los Kirchner porque creen que al fin una administración ha hecho de la causa de los familiares de represaliados su propia causa.

Pero la entrega de la ESMA suena más como un acto demagógico que la parte central de una política real de derechos humanos, y en ese contexto la idea que se tiene de los derechos humanos es limitada, incluso en la idea de los juicios contra los represores. Seamos claros: no se va a juzgar a los rangos inferiores. Y en esto, parece que el cansancio de los organismos (y hablo del organismo en tanto cuerpo de los militantes) hace que lo poco demagógico suene a mucha acción. Pero es sólo ruido, mucho ruido y pocas nueces, como dice el refranero popular.

Otra vez la necesidad de cuestionar el concepto de derechos humanos. Demagógicamente dos o tres condenas a represores viejos, casi moribundos, que da igual que se mueran en lo confortable de sus hogares, que en una fría celda de una cárcel común. Es que hasta en esto el sistema es benévolo con los criminales y estos han superado los 70 años y pueden gozar del beneficio de esperar la muerte en la calidez de sus hogares. Derechos que no son revisados de leyes tan vetustas como vetusta es la idea de derechos humanos con la que coquetea la administración K. Y vetusta porque se olvida de los derechos sociales, esos que miles de argentinos no ven satisfechos por la falta de empleo, de educación, de salud, solo por nombrar algunos ítems en la materia. Pero el 24 el ritual se repetirá, como todos los años. Y es necesario que se repita. Pero ya no basta una marcha el 24 de marzo para exigir a este Estado argentino que haga cumplir la letra firmada en los pactos internacionales. Es que en Argentina sigue habiendo desnutrición, se sigue discriminando a los aborígenes del Chaco y de la Patagonia, el desempleo sigue en niveles insoportables, los números dibujados por el INDEC son una prueba de cuan lejos está el país más austral del cono sur de ver cumplidos los derechos fundamentales de todos sus habitantes. El ritual se volverá a cumplir, por los 30.000 desaparecidos, esos, que desde los años ’60 buscaban un país mejor, un país de plenos derechos humanos. Osvaldo Bayer en el documental el Tucumanazo, estrenado en septiembre de 2007 afirma categórico: no puede llamarse democracia en un país que viven millones de desocupados, la democracia debe repartir. Y agrego que si esa democracia no reparte, en un país que además tiene excesivas riquezas para repartir entre todos sus habitantes, esa democracia es ciega, incumple los derechos humanos y por lo tanto habrá que rebautizarla con otro nombre: dictablanda o democradura. El eje de los actos del 24 en Argentina deberán ir por ese camino, ya no sólo exigir juicio y castigo, no sólo exigir la verdad, no sólo exigir y con firmeza la aparición de Julio López, deberá exigir que estos otros derechos humanos, los sociales, sean cumplidos, de lo contrario seguirá ganando en el país del no me acuerdo, la política ultraliberal instaurada ese 24 de marzo de 1976. Llámese Loustou o llámese Martínez de Hoz, el ministro que ocupe el ministerio de economía dará igual, la continuidad parece asegurada, en estos tiempos donde el consenso de Washington no es ni será abandonado en Argentina por más que quieran disfrazar de derechos humanos un sistema que no reparte. La mejor forma de honrar a los 30.000 y de enaltecer su recuerdo es luchando desde este presente por otro país, por otro reparto de las riquezas, por otro Estado, un Estado que levante las banderas de los derechos humanos, pero que mire a este presente y no juegue con los valores de quienes no están. La mejor forma de honrar la memoria de los 30.000 es tomar sus banderas de lucha. Ellos querían otro país, no el que hoy, 24 de marzo de 2008, tenemos.

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